El sentido de la vista es uno de los más elaborados y sofisticados en los seres humanos. La existencia de un órgano tan complejo como el ojo ha permitido, a lo largo de la evolución, pasar de estructuras sencillas con poca resolución a ojos como el humano gracias al cual podemos maravillarnos de la belleza que nos rodea.

Formalmente hablando, para que una estructura pueda formar imágenes necesita un conjunto de células sensibles a la luz. Estas células reciben el nombre de fotorreceptores  y son los sensores que permiten a la parte de nuestro ojo denominada retina “ver” los objetos.

Sin embargo y pese a que los fotorreceptores existen desde hace más de 500 millones de años, nuestra percepción del entorno no sería buena de no existir una serie de elementos ópticos adicionales. Sirva como ejemplo, que de carecer de dichos elementos, un vestido rojo no sería más que una mancha de ese color delante de nuestra cara.

Existen tres elementos esenciales que dotan al ojo humano de las propiedades necesarias para poder ver objetos de diverso tamaño y a diferentes distancias con una claridad meridiana. Estos elementos son la córnea , el iris  y el cristalino .

La córnea, que es la estructura transparente que se encuentra delante de nuestro iris, tienen una importancia capital en la formación de la imágenes en la retina. El iris determina el tamaño de la pupila , “la niña de mis ojos”. El cristalino, con su deformación, permite enfocar los objetos situados a diferentes distancias.

La niña de mis ojos, es decir mis pupilas y por ende mi iris, funciona como un diafragma controlando la cantidad de luz que llega a la retina. Algunas veces la luz que irradian los cuerpos es tan intensa que el iris se dilata y la pupila se hace casi insignificante.

Por el contrario, en condiciones de relajación, de bienestar y sobre todo en condiciones de oscuridad, como por ejemplo a la luz de las velas, las pupilas se dilatan y se puede apreciar una profunda oscuridad en donde más de uno se ha sentido perdido.

Si bien la cantidad de luz es importante para poder ver bien en cualquier circunstancia, difícilmente podríamos ver como vemos sin la existencia del cristalino. El cristalino es una estructura transparente en forma de lente que se puede deformar permitiéndonos ver objetos próximos y pequeños como un bombón  u objetos lejanos y grandes como un monumento. Gracias a unos músculos, es posible regular la forma del cristalino de manera que así podemos ver los objetos a cualquier distancia y siempre enfocados, para no perder detalle.

Si bien la visión es algo extraordinario y el encargado de recopilar la información visual, es decir el ojo, es altamente complejo, algo muy diferente es la percepción de lo que vemos.

A veces vemos objetos o personas, pero somos capaces de ir más allá de lo que vemos y por ejemplo sentir, con una sola mirada, sensaciones más allá de lo imaginable.

Jesús Pintor