Foto de Carmen Romero

De los cinco sentidos, el tacto es el que se reserva para transmitir las emociones, dejando los otros cuatro para las fases de acercamiento a los demás. “La primera impresión es lo que cuenta” es la premisa sobre la que se basan los consejeros personales (y amorosos) para desarrollar las técnicas de seducción, ya sea para encontrar un trabajo, un amigo o una pareja.

Sin embargo no deja de ser curioso que las expresiones al uso para describir dichos encuentros —cálido para las personas que se perciben como amigables o frío para las distantes o que no despierten simpatías— estén ligadas a este sentido. ¿Lenguaje o evidencia científica?

Viajamos en un ascensor y un desconocido nos pide amablemente que le sujetemos una taza de café mientras realiza otra tarea. Con independencia de su aspecto, nuestra opinión sobre el sujeto variará en función de la temperatura del recipiente: “cálido” si la taza está caliente o “frío” si el café así lo está. 

El estudio/experimento, realizado por Lawrence E. Williams y  John A. Bargh en 2008, llega incluso más lejos y concluye que parte del egoísmo se puede mitigar si se experimenta previamente calor.

Individuos que habían sujetado una almohada de calor mostraron diferente criterio a la hora de elegir a quién hacer un regalo. El regalo para sí mismo se daba mucho más si la almohada no se había conectado y estaba fría, mientras que la generosidad se disparaba si la almohada estaba caliente: entonces el regalo se destinaba a los amigos.

Este juego entre experiencias corporales del tacto (tal como la temperatura) y nuestras elecciones, filias o fobias no es nuevo y se practica desde que el ser nace. Harlow ya demostró en 1958 que las crías de algunos de nuestros parientes primates prefieren agarrarse a una madre artificial forrada con un tejido en cuyo interior hay una lámpara de calor, a una fría de alambre que porta un apetecible biberón.

Belleza, olores, sonidos, sabores… nos aportan información sobre el mundo que nos rodea, pero la percepción que tenemos de él viene determinada por el quinto elemento.

¿Me da un abrazo, por favor?

Antonio Flores