fresa

“Lo que no mata engorda”, dice el refrán. Y es que no podemos sustraernos a esa tentación que supone una buena mesa repleta de viandas. Y si conjugamos el darle el gusto al paladar con la salud, pues “miel sobre hojuelas”. Sigamos añadiendo elementos a nuestra ecuación, como por ejemplo la cuestión económica, las normales reticencias a tomar medicamentos o que formen parte de nuestra cultura popular.

Seguro que, si piensa un poco, se acordará de una buena variedad de productos que resultan saludables, baratos y gustosos. Pues si tiene problemas con el colesterol, añada las fresas a la lista.

Según un trabajo de la Universidad Politécnica delle Marche (UNIVPM, Italia), junto a investigadores de las universidades de Salamanca, Granada y Sevilla, estos frutos son capaces de producir cambios significativos en los análisis sanguíneos. Para  el estudio, un grupo de personas añadió medio kilo de fresas diarias a su dieta durante un  mes. Transcurrido este tiempo, se obtuvieron resultados esperanzadores: los niveles de colesterol total, los niveles de lipoproteínas de baja densidad (LDL, el malo del colesterol) y los triglicéridos se redujeron. Sin embargo, la lipoproteína de alta densidad (HDL o colesterol bueno) no sufrió cambios. El consumo de  fresas también mejoró otros marcadores sanguíneos antioxidantes (como la capacidad de absorción de radicales de oxígeno o la vitamina C), defensas antihemolíticas y la función plaquetaria.

Y,  sorpresa, todos estos parámetros regresaron  a sus valores iniciales a los 15 días de abandonar el consumo del delicioso fruto. Según los expertos, los responsables de estas bondades son las antocianinas, pigmentos vegetales que  otorgan el color rojo a estos ricos frutos. Y, aunque este es solo un primer acercamiento que certifica los datos, otros estudios confirman cierta protección frente a la radiación ultravioleta y una reducción del daño que el alcohol provoca en la mucosa estomacal. ¿Anima o no al consumo?

Cuando yo era niña, los helados, los yogures, los caramelos… nuestros gustos… eran de fresa, limón o chocolate. Yo era de la fresa. Este estimulante vivo y aromático referente rojo intenso ha dado lugar a pintalabios, fragancias y hasta espumosos caldos.

Por si todas sus propiedades visuales y aromáticas no fueran suficientes, nos conquistaron con otras, las afrodisíacas, porque mejoran la circulación sanguínea y estimulan el sistema nervioso. Y dicen que si combinamos una fresa madura, o mejor aun, una fresa cubierta de chocolate con  champán,  aumentará nuestro impulso sexual. ¿Quién puede resistirse? Así pues, bienvenida sea la sonrosada fresa, la brillante fresa roja… con, o sin partenaire.

¡Rica, rica y además hipocalórica!

Laura Castillo Casi, enfermera y periodista