El final de la alopecia

Desde hace mucho tiempo, los hombres (varones) han estado bastante preocupados por la caída de pelo o alopecia. Esta preocupación ha hecho que, desde tiempos remotos, se inventaran preparados, ungüentos y demás potingues que, hasta la fecha, han sido ineficaces. Sirva como ejemplo el mito en los pueblos gallegos que indicaba que aplicarse unto —grasa de cerdo rancia que se usa para dar sabor a algunos platos— en la barba o bigote hacía que le salieran más temprano esos pelillos a los adolescentes. No creo que funcionara, ya que les saldrían tarde o temprano, con o sin unto.

La ciencia entra en escena por el año 1979, cuando aparece el minoxidil. Esta sustancia se empleaba para tratar a enfermos hipertensos, y resultaba que a estos, como efecto secundario, les empezaba a crecer el pelo. Rápidamente empezaron a usarlo para la caída de cabello. Interesante, pero no del todo eficaz, como sucede con algún otro producto que se vende no como fármaco, sino como cosmético

Recientemente, un estudio publicado en la revista PLoS ONE aporta interesantes datos sobre la alopecia y cómo no solo se ha frenado en animales de experimentación, sino que además se ha podido revertir. Y esto último si que es importante. 

Los autores de este trabajo han descubierto que una proteína llamada receptor del CRF (receptor del factor liberador de la corticotropina), que reconoce a la molécula CRF, está involucrada en la caída del pelo en ratones de laboratorio. El CRF está relacionado con procesos de estrés, lo cual encaja bastante bien con algunos procesos de alopecia, en los que el cabello se cae cuando el individuo está pasando por un momento de mucho estrés. Además, también justificaría la caída gradual y sostenida del pelo debido a la tensión de la vida diaria.

Los científicos, sabiendo que el receptor del CRF dispara el proceso de estrés que hace que el pelo caiga, lo han bloqueado con un sustancia que se llama astressin-B. Que se bloquee este receptor significa que no funcione y que, por consiguiente, no pueda haber caída por estrés. Lo más importante de este descubrimiento no es solo que gracias a la astressin-B no se caiga el pelo, lo verdaderamente maravilloso es que vuelve a salir donde se había perdido.

¿Cómo puede hacer esto la astressin-B? Cuando el pelo cae, el folículo, el sitio donde estaba plantado el pelo, que es además el punto por el que se alimentaba, queda atrofiado pero no se muere. La nueva molécula es capaz de reactivar y de hacer que el folículo aletargado reviva, produciendo un pelo nuevo.

Es una noticia muy relevante de poderse demostrar que lo que sucede en los ratones se puede reproducir en humanos. Sin embargo, de no ser así, siempre nos quedará la posibilidad de decir, a los que no tenemos, que “el pelo no se cae, sino que cambia de posición”.

Jesús Pintor