Aliviar el dolor o, sencillamente, mitigarlo mediante el uso de analgésicos que provocan bienestar son dos conceptos que no tienen por qué entrar en colisión. Ahí está el llamado Bálsamo de Tigre (que no del Tigre, pues su nomenclatura se debe a su descubridor y no al animal) para demostrarlo.
Desde hace más de 5.000 años, esta pomada de la farmacología natural china, hecha a base de alcanfor, mentol y aceites esenciales de cajeput, mental, clavo y canela, está demostrando sus propiedades curativas. Así como el negro es la ausencia de color, analizando los efectos del bálsamo se puede afirmar que el bienestar es la ausencia de dolor. Su eficacia se prueba adentrándonos en el mundo de las neuronas y las proteínas que ejercen como canales transmisores del dolor al cerebro.
El origen de las sensaciones que percibimos se llama sensibilidad somática. Es sensible a multitud de estímulos (un roce sobre la piel, el nivel de distensión de la vejiga o los cambios de temperatura) y genera sensaciones en función del estímulo del receptor sensorial activado (los mecanoceptores de la piel, los termoceptores de frío o de calor, los propioceptores musculares).
Cuando los estímulos son fuertes y se convierten en algo que potencialmente podría causarnos daño, la sensación que provoca es la del dolor. En este caso, se activan los nociceptores (receptores sensoriales del dolor) y transmiten esta información al sistema nervioso central.
Estas terminaciones (los nociceptores) periféricas de unas neuronas sensoriales de pequeño tamaño también provocan los reflejos que nos protegen ante potenciales daños (tras tocar un objeto caliente retiramos la mano de manera involuntaria: reflejo medular de flexión).
Para que la información llegue al cerebro, es preciso que se activen los canales iónicos TRP (transient receptor potencial channels), que son unas proteínas que transforman las sensaciones en señales eléctricas que recorren las neuronas.
Estos canales desempeñan un papel crucial en muchísimas funciones celulares, ya sea en las neuronas como en otro tipo de células no excitables. Participan en funciones tan diversas como la respuesta a feromonas, la sensibilidad al calor o al frío, la detección de los sonidos y sabores, la absorción intestinal, la regulación de la frecuencia cardíaca o la sensibilidad al dolor, entre otras muchas.
Lógicamente, los TRP están implicados en la etapa inicial de los cinco sentidos aristotélicos clásicos (vista, oído, olfato, gusto y tacto) y, en algunos otros, directamente relacionados con ellos, como el equilibrio, el dolor o las sensaciones térmicas.
En un mismo tipo de célula puede existir diferentes tipos de canales TPR: unas veces con efecto sumatorio, otras complementario y, a veces, antagonista. Pero siendo capaces de actuar sobre ellos, seremos capaces de inhibir la sensación de dolor y cambiarla por una de cause placer.
Juana Gallar
Me encanta el artículo. Me encanta esta revista, la verdad. Nos acerca la ciencia de una forma sencilla y atractiva ¡¡¡por fin!!!. Enhorabuena
Muchas gracias por tu elogioso comentario Mª Angeles… Esperamos seguir ofreciendo artículos que sean del interés de todos los lectores. Saludos!
Un artículo muy interesante
Muchas gracias Altair 🙂
Muy interesante pero quizá debería ser un poco más didáctico. Es decir, resulta demasiado técnico, especialista.
Estimada Doctora, me confunde el título del artículo, «Convertir el dolor en Placer», me gustaría convertir el dolor crónico, como consumidor habitual y forzado de él, en placer; me puse a leer el artículo creyendo que iba a encontrar alguna clave al respecto, pero en el texto no me ha quedado claro si el bálsamo de tigre, mitiga el dolor por sus compuestos, y además, su aroma y el masaje que damos en la zona afectada, puede que haga que el dolor sea placentero…. Gracias por su labor investigadora y transmisora del conocimiento.
Santiago Mayorga
Hola Santiago, intentaremos que Juana Gallar pueda responder a tu pregunta. Mientras tanto, mañana publicamos la segunda entrega, que quizá sirva para aclarar un poco tus dudas. Muchas gracias por comentar, y suerte.