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Vida más larga para nuestras mascotas

Old dog

En esa pelea constante que se libra en muchos laboratorios para vencer al envejecimiento, los científicos cuentan con la ‘inestimable’ ayuda de los animales y de ‘nuestros mejores amigos’. Polémica al margen sobre el uso de animales en la investigación, que eso da para mucho y largo debate, el caso es que en Seatle investigan cómo hacer que nuestras mascotas vivan más tiempo junto a nosotros.

En este laboratorio se estudia el envejecimiento de los canes y están probando con un fármaco para saber si los hacemos más longevos. Se trata de la rapamicina, una droga que ha sido usada antes para tratamientos médicos con seres humanos para evitar o prevenir el rechazo ante los trasplantes y, también, en algunos tratamientos oncológicos. Seguir leyendo

Sobre nuestras mascotas y sus sentimientos de empatía hacía nosotros se ha escrito mucho. El último hace referencia que los perros reconocen nuestras emociones, pero combinado la información que perciben a través de varios sentidos. Y con esta información son capaces de crear en su cerebro representaciones abstractas de nuestro estado emocional. Seguir leyendo

Aprender cosas útiles jugando

Panho

Hace ya algunos años se hizo popular en España un anuncio protagonizado por Pancho, un perro que se emancipaba porque, harto de hacer las tareas domésticas, se quedaba con un boleto de lotería premiado -que previamente había ido a comprar-. El bueno de su amo se preguntaba extrañado que no sabía dónde se había metido su can, que en casa hacía lo «normal».

Pues sin caer en la exageración propia del gag, ciertamente los perros, en sus orígenes, se ‘domesticaron’ porque ayudaban a los humanos en sus tareas: caza, rastreo, guarda o pastoreo. Pero ese tiempo es lejano para la mayoría de nuestras mascotas, que se han convertido en auténticos perros de compañía. Seguir leyendo

Solo les faltaba hablar

OLYMPUS DIGITAL CAMERAA nuestras mascotas caninas les conferimos un carácter rayando en lo humano. Hay quien los considera no solo uno más de la familia, sino “humanos con pelo”, como un hijo con carácter de permanente indefensión, lo que les otorga encanto añadido. Su empatía, que supera muchas veces la de las personas con quienes convivimos (“es porque no son rencorosos”, dicen algunos) nos hace en ocasiones exclamar: “¡Solo le falta hablar!”.

De la lista de habilidades que los dueños soñamos conceder —y que algunos consiguen— a nuestros compañeros podríamos enunciar: que aprendan a usar el inodoro, que  crucen las calles solos y traigan el periódico y el pan sin zampárselo por el camino, que utilicen su peluda cola para quitar el polvo y abrillanten el parqué con sus patitas y un trapo… La lista puede ser interminable, dependiendo de la excentricidad y originalidad del dueño. Casi todas esas cosas las consideramos posibles con adiestramiento, salvo que nos digan lo que sienten; eso pretendemos inferirlo de su comportamiento. Conozco una mestiza cuya dueña asegura que siente vergüenza cuando le pone un collar rojo intenso y, en protesta, rechaza salir a pasear; y  al dueño de un braco alemán que afirma que bosteza cuando se estresa.

La industria, conocedora de nuestra debilidad, no duda en promover avances y estudios científicos para rentabilizar esta flaqueza. El último nos deja atónitos.  Seguir leyendo

Cuando nos regalan una mascota, normalmente un perro o un gato, le sometemos a un proceso de aprendizaje para que el animalito contenga sus instintos naturales y no nos convierta el hogar en un vertedero. El proceso no se prolonga más allá de unos pocos meses, aunque en ocasiones nos sorprendan —pero qué listo es mi amigo— y en apenas unos días ya use su cajón o nos den cariñosamente con la pata o, mediante un ladrido, nos avisen que toca el momento WC.

Una vez aprendidos estos hábitos, comienzan otro tipo de adiestramientos, bien por necesidades de disciplina, bien por el placer de jugar. A los amantes de los perros es habitual verlos en los parques lanzando pelotas al suelo y esperando a que, tras la veloz carrera, el can la traiga de vuelta. Pero no siempre les sale el chucho obediente… también es común ver cómo tras la carrera, el perro opta por coger entre sus dientes otro objeto —una piedra o un palo— y vuelve seguro de sí mismo —su movimiento de rabo así lo delata— a mostrar a su amo que ha sido obediente. Seguir leyendo

La edad (en cuentas humanas) de mi perro

Queremos tanto a nuestros perros —cuando forman parte de nuestra familia— que nos empeñamos en otorgarles paralelismos con nuestra existencia. Uno de los tópicos más extendidos es ese que hace referencia a que cada de año de vida perruna corresponde a siete de humano.Y nada más lejos de la realidad.

Todo organismo vivo tiene un inicio, una etapa de crecimiento o de desarrollo, un periodo de madurez al que sigue el de decadencia que, inevitablemente, acaba en la muerte. Pero esos tiempos no son fácilmente homologables entre personas y canes. El desarrollo fisiológico de ellos (los perros) no camina en paralelo al nuestro (los humanos). Seguir leyendo